lunes, 5 de octubre de 2009

Un empresa loca y presuntuosa...

Por decisión del P. Coindre, dejó definitivamente a su madre y a los suyos el 6 de octubre de 1818, por la tarde, en la fiesta de San Bruno.

La primera noche que pasó fuera del techo materno, fue para ella una noche de desolación y de angustia tales que, al fin de su vida, la Madre Fundadora hablaba todavía de ella, como de la noche más terrible que hubiera jamás conocido. «Me parecía, decía, haberme comprometido en una empresa loca y presuntuosa, que no tenía ninguna garantía de éxito, que, al contrario, todo hacía pensar que acabaría en la nada ».
En memoria de esta primera noche del 6 de octubre, se dio el nombre de San Bruno a la Srta. Jubeau, una de las primeras compañeras de la Srta. Thévenet. Ya alguna de ellas se había adelantado a la intrépida Fundadora en el humilde retiro de Pierres-Plantées y, si ella les habló de sus temores nocturnos de la víspera, fue sobre todo para hacer fracasar los engaños del maligno espíritu, burlándose de él y apoyándose en las palabras del que dijo: Buscad primero el Reino de los cielos y lo demás se os dará por añadidura.

La generosa lionesa no tuvo que arrepentirse jamás de su loca determinación. Y no es que la contradicción y los disgustos le faltaran desde sus primeros comienzos. Afuera, la pequeña comunidad no encontraba siempre la benevolencia; al contrario, las burlas de los transeúntes llegaban algunas veces hasta la violencia y el insulto. Era el sello de la Cruz, ¿cómo rehusar el dejarse marcar con él?

Cuando íbamos a Misa con las niñas, decía la Madre Funda­dora, los golfillo s nos apedreaban. Entonces el Padre Coindre nos decía por todo consuelo: «¡Es buena señal, hijas mías, es buena señal! »
Histoire
1896

martes, 8 de septiembre de 2009

Experiencia fundante

Los hechos que acabamos de narrar fueron los acontecimientos que dividieron la vida de esta joven para siempre, ya que fueron la ocasión de una experiencia de Dios que la convirtió en una mujer distinta.

El sufrimiento que Claudina experimentó, lejos de cerrarla en sí misma y de hundirla en el sinsentido, la abrió a una experiencia nueva de Dios que la llevó a entenderlo de otra manera, lo cual es posible pensar que requiera de un largo período de tiempo de asimilación y de sanación. Poco a poco y, muy probablemente, no sin librar fuertes luchas internas, Claudina fue descubriendo al Dios que se le revela, en el encuentro entre su experiencia y su realidad, como un Dios de bondad y perdón.

De hecho estas fueron las características principales del Dios en quien ella creyó y del que dio testimonio a lo largo de su vida.

Aquí se da la experiencia fundante como un acontecimiento que abre un proceso de relación. Lo que Claudina llegará a saber de Dios sólo será consecuencia de la íntima relación que establecerá con Él y que inicia a partir de esta experiencia.

¿Qué es la “experiencia fundante”?

Lo que llamamos experiencia fundante es una decisiva experiencia de Dios que orienta la existencia posterior en dirección de lo único y del Único, es un doble movimiento: don del Espíritu de llamado y orientación, por un lado, y de caminar buscando el Reino de Dios, por el otro. Esta experiencia de Dios se inscribe dentro de lo que se denomina experiencia religiosa en general, la cual pertenece a la condición humana, pues el ser humano posee la capacidad de apertura a la trascendencia.
La experiencia fundante se refiere a aquellos momentos determinados en que hemos sentido en nuestra propia existencia la presencia de Dios. Esta experiencia abre al ser humano a la percepción de sus contradicciones existenciales, de sus límites y, como resultado, la persona toma conciencia de su incapacidad de alcanzar, por sus propios medios, aquello que quiere ser, pues se da cuenta de que el ser de cada hombre y mujer sobrepasa infinitamente a la mujer y al hombre concretos, es decir, que hay un abismo entre las aspiraciones humanas y sus posibilidades reales. Quien advierte en su propia existencia este dinamismo interno que se estructura entre deseo y carencia, termina remitiéndose a Dios.

Lizbeth Vega Pasos rjm
Un acercamiento al carisma de Jesús María

jueves, 13 de agosto de 2009

Carta de Francisco Thévenet, 5 de enero de 1794.

Como la anterior, esta carta es una conmovedora despedida, en la cual Francisco no olvida a nadie; también él alude «a mi querida y buena hermana y tan sensible Glady», a la cual dedica un párrafo más largo.

Francisco acentúa más que el hermano el aspecto religioso; quizá por esto Luis se cree en el deber de añadir al pie de la carta de su hermano menor: «El contenido de la carta de mi hermano menor, es también la expresión de mis sentimientos».

Reproducimos el texto de la carta con los errores gramaticales, y añadimos al pie de página algunas notas explicativas.

"A las 7 de la mañana.

Antes de comparecer delante de Dios, quiero cumplir con mi deber. Adiós, madre mía, adiós, padre mío, para siempre, adiós. Necesitáis de toda vuestra religión para sobrellevar con ánimo la muerte de dos de vuestros hijos, a quienes habéis prodigado, hasta d presente, todos vuestros cuidados maternales y paternal.1

Adiós, querida y buena hermana y tan sensible Glady. A ti, queridísima hermana, toca cumplir la dolorosa tarea de consolar a nuestra madre. Comprendo que va a ser para ella nuestra muerte un golpe terrible. Nuestra excelente madre, consuélala. Sí, querida hermana, dile que tiene todavía una familia de cinco hijos para los cuales se ha de conservar.2

¡Pero! seremos más dichosos que vosotros. Dentro de 4 ó 5 horas estaremos en la presencia de Dios, de nuestro buen padre. Dile que su hijo antes de morir, abjura todos los errores; sí, siento que la religión es una gran fuerza4 pues me hace mirar la muerte con indiferencia y serenidad.
Adiós, Luis, adiós, mi buen hermano, camina siempre por el sendero de 5 la virtud y del honor y recibirás la recompensa….6 Piensa que eres tú el llamado a ser algún día el sostén de nuestra digna madre.

Ponte pronto en condiciones de atender a nuestros 7 padres en los días de su vejez.

Adiós, Fany; adiós, Babet; adiós, Leonor, conozco vuestra sensibilidad, por ello os digo que busquéis vuestro consuelo en vuestra religión. Adiós, mis queridas pequeñas, nosotros, nosotros…8 nos encontraremos un día. Adiós, rogad a Dios por nosotros…

Adiós, otra vez, padre, madre, hermanas y hermano, tías, tío y primo y adiós a todos nuestros vecinos y amigos.
Vamos hacia el seno de Dios, este buen Padre a quien hemos ofendido mucho, pero de cuya misericordia todo lo esperamos.

Adiós, mi digno y respetable primo, adiós… Adiós a las dos pobres huérfanas Guyot, nuestras primas, adiós. 9 Dentro de 3 ó 4 horas vamos al suplicio e iremos con la firmeza del hombre que no tiene de qué avergonzarse.

Fco. Thenevet menor

1 Sigue un «nous» que no va con la frase precedente.
2 Sigue una tachadura.
3 Sigue una repetición tachada.
4 Aquí hay «da».
5 Tachadura.
6 Tachadura.
7 Sigue una corrección que parece decir: «nuestra familia y nuestros padres».
8 Repetición de una parte de la palabra que sigue.
9 De nuevo se repite una parte de la palabra que sigue.

Actualmente en el Archivo General JM Roma.

Queridos amigos,

Este lugar quiere ser un espacio para compartir los deseos de conocer un poco más a Claudine Thévenet,nuestra amiga querida, una santa para la Iglesia, una fundadora para su Congregación de Jesús María... acá van a poder encotrar detalles de su vida, curiosidades de su obra, y mucho de su espiritualidad. Gracias por visitar este rincón de Jesús María.

Sean bienvenidos siempre.